Y hablando de resultados: ¿Estás de acuerdo con los resultados que hasta ahora tienes? ¿Crees que puedes dar más?  ¿Cómo quisieras que fueran esos resultados?
Aquí te quiero pedir que hagas un alto y vayas poniendo pausa después de cada pregunta para que la  contestes  detalladamente: 
¿Qué estarías dispuesto a dar o sacrificar con tal de lograr los resultados que esperas?
¿Eres la persona que siempre has querido ser y lo disfrutas?
¿Haces lo que siempre has querido hacer y lo disfrutas?
¿Estás donde siempre has querido estar y lo disfrutas?
¿Tienes lo que siempre has deseado tener o falta algo?
Tal vez ahora puedas estudiar y profundizar en  tus respuestas,  es probable que puedas descubrir algo acerca de ti, quizás tus resultados sean o no, los que tú has soñado. Acuérdate… ¡Los resultados son inevitables!
Para mí, lo más importante de mi aprendizaje en aquella parte de mi infancia acerca de los resultados es, que cuando yo pedía trabajo y me lo daban, me pagaban lo que querían y cuando yo me atrevía a hacer mi propio negocio ganaba lo que yo quería porque mis ganancias eran proporcionales a mi esfuerzo.  Esto lo aprendí muy bien. 
Hoy veo con mucha curiosidad, como cada año egresan miles de profesionistas universitarios en el país,  salen  con el título bajo el brazo tocando puertas con esperanza de conseguir un buen  trabajo que sea seguro, aunque ganen poco, o nada más para  irla pasando.
Algunos consiguen acomodarse dignamente y otros trabajan haciendo otras cosas que nada tienen que ver con la carrera en la que se titularon, viviendo una vida de frustración: son lo que nunca quisieron ser, hacen lo que no les gusta hacer, están donde nunca quisieron estar y sólo se aguantan por tener el sueldo para sobrevivir.
Hoy en México necesitamos empresarios exitosos, empresarios universitarios que salgan a crear empleos, no a pedirlos, que salgan a producir, para que este México nuestro, sea una patria más digna para tus hijos, un México digno de ti.
 El secreto es: comenzar en pequeño pero siempre… pensando en grande.
Recuerda: tú eres el único responsable de tus resultados, que si a tu casa llevas centavos,  pesos, cientos o miles, esos son tus resultados.

¡Los resultados son inevitables!