Esta interesante pregunta que le hace una de las personitas que vivían en el laberinto en la historia ‘¿Quién movió mi queso?’, nos lleva a meditar en el tema de los miedos que acompañan al individuo a lo largo de su vida.


A  veces  no   acorazamos   bajo  una   dura  corteza   llamada personalidad y que nos hace parecer valientes y hasta osados, cuando en  nuestro interior  podemos  estar forcejeando  con miedos y estructuras mentales muy  arraigadas que  nos llevan a tomar decisiones desacertadas.

Esta pregunta se torna tan interesante precisamente porque es una pregunta de coaching que en el contexto adecuado, debería llevar al interpelado a analizar eso que en su interior lo hace dudar, eso que relaciona con conceptos preestablecidos y eventualmente inadecuados. 

Este es precisamente el propósito del coaching como disciplina, ayudar al entrenado a ver aquello que le está entorpeciendo su mejor juicio, el desempeño adecuado en su gestión y que ralentiza sus decisiones y procesos organizacionales, pero más allá de ayudarle a verlo, lo ideal es llegar a acompañarlo en ese aprendizaje que se requiere para ver resultados en tiempos cortos. 

Es allí donde el coach y el proceso de coaching cobran mayor valor, puesto que no basta con conocer el problema, sino llevarlo en un franco camino de empoderamiento y control.En una de las sesiones del diplomado, uno de mis entrenados me preguntaba: “¿Por qué hay cosas tan obvias y tan sencillas que no somos capaces de ver por nosotros mismos?”.Yo le mencionaba lo de los argumentos de vida y posiciones que adoptamos hacia la vida y que nos llevan como el burrito, siempre por el camino conocido y mucho más transitado… aprendemos a hacer las cosas, a tomar las decisiones y a hacer acuerdos que muchas veces ni siquiera consideramos nuevas opciones, precisamente porque nos sabemos los caminos de memoria, entramos en la llamada “zona de comodidad”.

Existe una frase que se le ha atribuido a Albert Einstein: “si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo” y esta es precisamente una reflexión que le pedimos a nuestros alumnos que hagan en el proceso de inmersión en coaching, ya que en síntesis lo que buscamos es llevarlos al “despertar” que los lleve a tomar una posición clara respecto de los desafíos que supone la vida diaria.Hoy queremos llevarle a que reflexione lo que usted sería capaz de lograr si se libera de sus miedos, de esos fantasmas que lo limitan y reducen, esos gigantes que usted mismo ha erigido quizá inconscientemente. Hasta dónde hubiera sido capaz de llegar a estas alturas de su vida si no tuviera esas talanqueras mentales. 

Ahora usted me dirá: “Bueno, yo no creo tener esos miedos de que habla”… pero tenga la seguridad que la mayoría de cosas que usted ha soñado, no las ha realizado. Cuántos proyectos no ha dejado en el camino. Cuantas ideas murieron antes de salir a la luz porque pensó que no eran posibles o temió la reacción de los que te rodean. Parafraseando al poeta alemán Hölderlin: “El hombre es un gigante cuando sueña, pero sólo un enano cuando piensa”.Y no me refiero con esto al soñador sin fundamento. 

El coaching te da herramientas de vida, de toma de decisiones, de desarrollo de ese olfato de triunfador que te lleva a un nivel superior de conciencia… no como algo esotérico o misterioso, sino sopesado, sentado en la realidad y el conocimiento de tu propio poder, de los principios que rigen al mismo universo y que te van a llevar a actuar, a moverte a ser.Todos deberíamos vivir un proceso de coaching, un real proceso que te adentre en aquello que te lleva a un mejor nivel de desempeño. A una claridad de lo que eres, de tu relación con el otro y con el todo. Recuerda, tú eres lo que quieres ser.