– Piensas, sientes y actúas, como te han dicho que debes pensar sentir y hablar. Te han programado para que te pongas alegre cuando quieren que te pongas alegre, te pones triste siguiendo una programación en tu mente. Ríes cuando se te ha dicho que rías, lloras cuando se te ha indicado que llores.
Te han dicho cómo vivir, cómo vestir, cómo relacionarte, qué comprar y en dónde comprarlo. Te han dicho a qué debes dedicarte, cuáles deben ser tus metas en la vida, a quién debes admirar. Han programado en ti lo que es bueno y lo que es malo, lo que debes considerar bonito o feo…
– ¡Espera, espera! – dije abrumado- . Ya entendí que no elegí mi forma de ser, pero quieres decirme ahora que ¿no elijo tampoco mis acciones?
– Pues, sino estás consciente de tus condicionamientos, no.
– Explícame eso de los condicionamientos porque lo escucho una y otra vez y no estoy seguro de entenderlo en realidad.
– Mira, de la sociedad en la que naces no sólo heredas tu forma de ser y de pensar sino también, sus expectativas, sus gustos, sus valores, sus sueños, sus ilusiones, sus miedos, sus creencias, sus códigos morales, en fin; la forma en la que se espera que actúes y reacciones.
– Bien, eso lo entiendo pero ¿qué tiene de malo?
– De malo nada, sin embargo, tiene dos pequeñísimos inconvenientes: Uno, que si no eres capaz de darte cuenta de que tú no eres esos condicionamientos sociales, entonces no eres más que un autómata, un robot, un engrane de una inmensa maquinaria, una pieza de ajedrez que mueven los que están en el poder.
El otro pequeño inconveniente es que si los valores están mal y respondemos ciegamente a ellos, como ese caso, acabamos con la naturaleza, con nuestras relaciones, maltratamos a nuestros semejantes y a las animales. Acabamos amargadas persiguiendo sueños imposibles, frustrados buscando lo que no necesitamos, enfermos consumiendo alcohol y drogas porque es “socialmente aceptado”.
-Esperado el momento – le interrumpí de nuevo- lo siento pero, necesito más ejemplos. ¡Me parece tan difícil creer que nos estemos haciendo esto a nosotros mismos!
– Mira la sociedad necesita borregos, ovejas; personas que no cuestionen lo que se les ha enseñado, lo que se les ha dicho que hagan. Autómatas que sigan al pie de la letra lo establecido.
A cada engrane se le ha dado un papel, se le ha dicho hacia donde girar, cada uno sabe bien que se espera de él.
– Pero tendríamos que estar totalmente dormidos o idiotizados para seguir un papel que se nos ha impuesto.
– Así lo está la mayoría de la gente.
– Pero ¿Cómo nos mantienen así?
– Bien, pues te diré con qué se lubrica la maquinaria de la sociedad: con alcohol, tabaco, droga, pornografía, televisión y religión.
Esta sociedad está basada en la economía y los que la rigen son un puñado de personas.
¿En qué crees que está basada la economía mundial? Seguro lo sabes pero te lo voy a repetir: en la industria armamentista y el narcotráfico.
¿Quiénes crees que son los dueños de los medios masivos de comunicación, de la televisión y la radio? La industria del tabaco y del alcohol. Y ahora bien, ¿Cuáles crees tú que son las herramientas más poderosas de manipulación?
– ¿La TV y la radio’?
– ¡Exacto! Y cuando cae la economía mundial ¿sabes que la reanima?
– ¿El trabajo duro de los buenos ciudadanos?…
– No. La guerra.
– Guía querido – le dije tímidamente- me siento un poco tonto pero me cuesta mucho trabajo creerte. No puedo pensar que nos dejemos manipular de esa manera.
– No eres tonto, tu mente se resiste a pensar que la realidad es muy diferente a lo que creía. Te daré ejemplos aún más claros:
Imagina a un grupo de empresarios en una junta hace algunos años. Uno de ellos tiene una idea para hacer dinero y presenta a los inversionistas un producto nuevo que se llama tabaco.
– Tenemos aquí algo que es fácil y barato de producir y que podría venderse a gran escala: cigarrillos. Después de mostrarle a los jefes el producto y cómo se utiliza, hay varios comentarios negativos: El producto apesta, mancha los dedos y los dientes, es nocivo para la salud y… un poco estúpido ¿No? ¿Llevar humo a los pulmones y después expulsarlo?
– Si, sé muy bien que es un poco extraño – confiesa el primero- pero esto tiene una ventaja: Es altamente adictiva. Es decir, que después de unas cuantas veces el consumidor estará atado a él, lo necesitará para estar bien, hará cualquier cosa para conseguirlo, se habrá vuelto nuestro esclavo. – Muy bien, esa es una gran ventaja para nosotros, pero, ¿cómo podríamos lograr que la gentes anime siguiera a probarlo? ¿Qué hagan algo en contra de su propia salud? ¿Qué se expongan a todas las desventajas?
– Eso déjenmelo a mí- dijo el publicista- eso es fácil. Relaciono el producto con paisajes hermosos, con ser elegante con ser mayor, con las necesidades más básicas del ser humano.
– ¿Aunque nada tenga que ver con ellas?
– Seguro. No hay problema.
– Bien, ¡pues hagamos montones de dinero!
– Y ¿la salud y el bienestar de nuestros clientes? – Se oyó una vocecita en el fondo – ¿El cáncer? ¿El enfisema pulmonar?
– ¡Que se jodan! Dijeron los poderosos.
– ¿Y nuestros jóvenes? – insistió por último la vocecita.
– ¡Que se jodan! ¡Que se jodan!
– Ha, ha, ha – no pude aguantar la risa – No puede ser.
– ¿No puede ser? ¿Crees tú que los fumadores estén conscientes que le dan una renta diaria a un grupo de personas a las que no les importa “un comino” su salud ni su vida?
– No lo creo.
– ¿Crees tú que están conscientes de que fumar es un acto autodestructivo y que mientras más advertencias les hagan de las desventajas del fumar, más lo harán por el odio que sientes por ellos mismos?
– No, no, no… ya no me estoy riendo.
– Un ejemplo más.
En la sociedad, hay un conjunto de conceptos que se consideran valiosos, loables, admirables o sagrados: La patria, la nación, la bandera, el honor, la honra, el deber; sólo por nombrar algunos.
¿Has considerado alguna vez que todas esas palabras son sólo ideas?
En los Estado Unidos para convencer a los jóvenes de unirse al ejército y de ir a la guerra les dicen: “sirve a tu patria, es un honor servir a tu nación”.
Miles de jóvenes murieron en la supuesta “Guerra de liberación de Irak”. Miles de hermosos jóvenes llenos de vida, llenos de posibilidades, de cosas por disfrutar, fueron convencidos por su gobierno de ir a matar a un montón de desconocidos, hombre, mujeres y niños.
A los padres que pierden a sus hijos en la guerra, el gobierno de EUA les entrega una bandera doblada en triángulo y les dice que su querido hijito, murió con honor cumpliendo el deber de servir a su patria.
– Pues sí, es verdad.
– ¡No lo es! La nación, es un concepto, algo que no existe. El honor y el deber son sólo ideas. ¡Sus hijitos murieron defendiendo los intereses económicos de unos cuantos!, murieron porque las armas son un gran negocio, solo si se utilizan. Murieron porque el que tiene más petróleo es más poderoso.
Tus líderes políticos son un montón de sicóticos, enfermos de dinero y poder que no les importa un comino tu bienestar o el bienestar de la gente. Se meten a la política para ver que pueden robar, para ver a quien pueden mangonear y manipular, su sed de dinero llega a extremos ridículos: tienen tanto dinero que no lo podrán gastar en tres generaciones. Hasta un niño puede ver la locura en eso.
– Está bien, te entiendo pero ¿qué tiene que ver esto con la vida diaria?
– Así como los fumadores y los soldados pierden sus vidas por seguir ciegamente su condicionamiento, todos nosotros perdemos nuestra paz, nuestra tranquilidad y arruinamos nuestras vidas por “conceptos” por cosas que nos han dicho que son valiosas, loables, admirables o sagradas.
– ¿Cosas que no existen y que nunca nos hemos detenido a analizar?
– Exacto
– ¿Cómo qué?
– El éxito, la excelencia, la riqueza, el prestigio social…
– ¿Y la religión qué papel juega en esto? – le interrumpí.
– De eso hablemos más adelante.