Para crear algo en tu vida necesitas creerlo antes en tu mente. Conozco incrédulos que suelen afirmar «si no lo veo, no lo creo», cuando en realidad es así: «si lo creo, voy a verlo». En sus vidas, claro, no ocurren los milagros.
La fe no es un término con significado estrictamente religioso. Es sinónimo de «energía».
Cuando crees con total convicción, todos tus pensamientos concuerdan y se alían y entonces actúa la «ley de la autoprofecía cumplida», que afirma que un deseo impelido por la confianza se convertirá en un pronóstico de la realidad.
La fe mueve montañas, como ya bien sabes, pero la fe por sí sola no basta. Es el combustible que alimenta la acción, pero quien pisa el acelerador eres tú.
Al principio desconfías de todo lo nuevo y estás alerta. Es algo natural. Pero cuando llegan los primeros resultados, aprendes a confiar. En un primer momento, cualquier cambio resulta molesto y se parece más a una amenaza que a una oportunidad.
Ya sabemos que las apariencias suelen engañar.
En este momento estás creando un estado mental de prosperidad nuevo para ti. Toma conciencia de él y haz tuyo su significado. Llegarán las maravillas.
Aprende a confiar. La confianza es una herramienta potente y poderosa que va a proporcionarte un gran impulso a la hora de diseñar tu futuro.
¿Y sabes qué? Cada nuevo problema será simplemente un ejercicio para el alma. Permíteme utilizar una metáfora: un problema es abono y por eso los problemas resultan muy desagradables. Pero por otro lado, el abono te ayuda a crecer. Los problemas también. Cuando tengo un mal año, pienso que el siguiente va a ser infinitamente mejor, ya que toda esa montaña de abono me va a proporcionar una cosecha extraordinaria.
Afronta los problemas con ánimo: tu vida mejorará. Y no te pongas las cosas más difíciles de lo que ya están.
Los problemas acuden a ti para que los resuelvas, no para que te preocupes, te lamentes y los hagas aún mayores de lo que son.
El hecho de agradecer cuanto llega hasta ti es algo muy importante en la vida. Incluso puedes agradecer lo que no tienes y no deseas tener, como por ejemplo, un resfriado. Por desgracia, ocupamos más nuestra atención en lo que no tenemos, olvidando lo que ya llegó a nuestra vida.
En las empresas ocurre algo parecido: en sus continuas reuniones se habla mucho de los problemas, y no tanto de los logros. Eso las sumerge en un entorno hostil, lleno de enemigos y amenazas.
Es lo de siempre: la botella medio vacía o medio llena.
Rico es quien necesita menos -aun aspirando a todo- y no quien tiene más, porque cuando no valoras lo que tienes, en realidad no tienes nada. No se trata tanto de conseguir lo que deseas, sino de que te guste y te siga interesando cuando lo hayas conseguido.
¿Entiendes ahora el significado real de riqueza?
Te sugiero empezar cada día con un ejercicio muy saludable, que consiste en dar las gracias por:
el amor,
la salud,
la amistad,
el trabajo …
Expresa tu gratitud a la vida y a la gente que te rodea.
Esa emoción prenderá en sus corazones, se contagiará y así la recibirás devuelta en proporción. Cuando algo bueno llega a ti, prosperas. Entonces, tu «saldo» se incrementa en tu cuenta personal y haces que la balanza se decante de tu lado.
Al expresar tu agradecimiento, te abres y te preparas para recibir de nuevo.
A la Inteligencia Universal le gusta saber lo que aprecias para ofrecerte más. Quiere cubrir tus necesidades.
Muéstraselas, expresa tus deseos y dale las gracias cuando los satisface; si no, parece que nada te interese ni te haga ninguna falta. La vida -que tanto te respeta- actuará en concordancia y dejará de ofrecértelo para no enojarte.
La era en la que vives te ofrece muchísimo, aunque tú lo veas como algo normal. Sin embargo, hace cincuenta años no lo era. Y hace cien, hubiera supuesto un auténtico milagro.
Agradece el hecho de estar «aquí y ahora». Piensa que «allí y entonces»tus posibilidades habrían sido muy distintas. Si un hombre del siglo pasado hubiera asistido a este momento, habría creído que se trata de otro mundo.
¿Qué tal se te da agradecer lo que tienes? Todos tenemos motivos por los que dar las gracias. Aunque sólo sea por el hecho de estar vivo. Piensa en la alternativa…
Expresa tus necesidades. Si no lo haces, ¿Quién conocerá tus deseos? Recuerda que la vida está aquí para ti. Y aunque no lo creas, te escucha y busca el modo de complacerte.
Realiza tu petición. Puedes llamarlo oración si lo deseas. Lo importante es cómo la expresas. Una petición formulada en un estado de crispación y temor es una oración inútil que se perderá porque carece de poder. Tampoco te aconsejo la repetición mecánica de frases sin emoción: es un ejercicio improductivo.
Ya sé que debido a tu orgullo no te gusta pedir. O mejor dicho, que en su lugar prefieres exigir. Con seguridad tu lista de exigencias es cada vez más larga; pero debes saber que necesitas aprender a «preferir» en lugar de a «exigir». A menos, claro, que estés dispuesto a llevarte muchas decepciones.
Recuerda: estás en tu derecho de pedir lo que más quieras, pero no de exigir nada en absoluto. Funciona así y tarde o temprano te darás cuenta de lo sencillas que resultan las cosas cuando conoces y respetas esta simple regla.
No te doblegues ante tus propias exigencias. Conviértelas en «intenciones», llámalas «preferencias» y comprobarás cómo, cuando no te sales con la tuya, el mundo no se hunde.
Con anterioridad, mucha gente perdió la partida; sin embargo, cada mañana vuelve a salir el sol. Aquello ya pasó y nadie se acuerda de sus pequeños o grandes melodramas, porque nosotros estamos demasiado ocupados viviendo nuestras propias vidas.
¿Cómo dejar de exigirte tantas cosas? Sé más flexible, menos intransigente; quítale importancia a lo que no la tiene y dale su justo valor a lo que sí es importante.
Con los años y la experiencia se nos aclara el cabello, y eso es el reflejo de una gran lección aprendida: «entre el blanco y el negro hay una extensa escala de grises».
A fin de cuentas, la vida no es ninguna competición en la que deba haber un ganador y un perdedor; no es un campo de batalla en el que haya que librar un conflicto tras otro, ni tampoco es un juego en el que se deba dirimir una ganancia o una pérdida.
La vida es la vida, y estamos aquí para vivirla conscientemente.