Cuarta parte de “El Método de los Deseos Cumplidos” (Artículo 1)


¿Qué está pasando y, sin embargo, qué debería pasar?
Por qué algunas personas no consiguen su sueño
En una conferencia que impartí pregunté a la audiencia: “¿Por qué razón la mayoría de las personas no consiguen sus sueños?”. No se levantaron muchas manos. Tras tomar la palabra, las pocas respuestas que conseguí sonaban ambiguas. Entre todos, descartamos algunas causas. Y del consiguiente debate concluimos:
No se debe a un coeficiente intelectual bajo. En el cómputo final, antes que el talento cuenta la persistencia. El éxito llega después de haberlo intentado un incierto número de veces “irrazonable” (muchas más de lo “razonable”).
No se debe al destino, ni al karma, ni a la voluntad divina. El universo no se opone a nada, no evalúa méritos, no establece diferencias, no juzga.
No se debe a la mala suerte. El universo no escatima oportunidades y ama los actos inspirados por el amor. (Actúa y tendrás suerte, y cuando más actúes – cosa que espero que suceda— más suerte tendrás. Trabajar duro trae suerte, mucha suerte).
No se deberá a que no desees con suficiente intensidad. La necesidad no se alía con el necesitado. El universo no entiende el lenguaje de la desesperación. Y al fin, el apego y la desesperación por el resultado lo estorban.
No se debe a las circunstancias desfavorables. Las circunstancias se crean. George Bernard Shaw escribió: “La gente siempre culpa a sus circunstancias por lo que son. Yo no creo en las circunstancias. Las personas que prosperan en este mundo son las que se levantan y buscan las circunstancias que desean, y si no pueden encontrarlas, las crean”.
No se debe a que el éxito de otro impida el tuyo. En el universo no existe la escasez. Bien al contrario, cuantas más personas logran sus metas, más despejado está el camino. Los pioneros de éxito elevan el umbral de posibilidades. Si alguien pudo hacerlo, otros lo repetirán o mejorarán.
No se debe a nada de todo eso. Ahí estábamos de acuerdo.
Al final, entre todos, dimos con una causa primordial: “La mayoría de las personas no consiguen sus sueños, porque no traducen sus sueños en objetivos, en tareas concretas o en acciones con una fecha asignada”. Y todos aplaudimos.
Si hay algo que quiero que saques en claro de esta lectura es esto: muchos sueños se quedan en una fantasía por no trazar un plan para hacerles reales.
¿Una vida de trabajo o el trabajo de tu vida?
Siempre me he preguntado por qué las personas no se dedican a algo que las haga sentirse bien en lugar de tolerar tareas que consideran insoportables. ¿Por qué acuden cada mañana donde no hay nada para ellas salvo un cheque a fin de mes? Se emplean en compañías que les pagan lo suficiente, y no más, para que no se vayan a la competencia; y en correspondencia, ellas trabajan lo justo para que no las despidan. Desalentador.
El cuento es sencillo. Empieza en casa; o peor, en casa y en la escuela a la vez, cuando te dicen; “Estudia mucho, busca un empleo seguro y trabaja duro”. Y el cuento siempre acaba igual; hombres y mujeres con miedo de ser ellos mismos, de escoger la vida que vivirían y económicamente dependientes al final de una dura vida laboral. El cuento es triste.
Antiguos compañeros siguen atrapados en un trabajo en el que sobreviven de lunes a viernes. El fin de semana toman aire y vuelta a empezar.
Su objetivo es llegar a la siguiente nómina. Viven sin emoción, sin espacio para desarrollar su talento. Y así pasan los años hasta que se ganan su merecido “reloj de oro” grabado por detrás: “A toda una vida de dedicación” —o algo parecido—. Entran escalofríos solo con pensarlo.
La mala noticia es que hoy ya no se regalan relojes de oro cuando llega el retiro. Hoy, uno se entera por la prensa o las redes sociales.
Hay alternativas: puedes crear o incorporarte en un proyecto que te permita recobrar tu verdadera identidad. Contén el entusiasmo, no he terminado. ¿Me refiero a un empleo? Desde luego que no, hablo de un estilo de vida en el que tenga cabida el propósito de tu vida. Un trabajo de por vida no es lo mismo que el trabajo de tu vida. La diferencia no está en la duración sino en la pasión. Ahora sí, ya puedes hacer olas.
¿Te satisface tu actual modo de ganarte la vida? Esta es una pregunta a la que todos deberíamos responder con honestidad. Es sorprendente ver cuántas personas transigen en ocupar su tiempo en algo que aborrecen, en un sector que nada les dice, en actividades que ignoran sus valores, durante jornadas agotadoras, años y años. ¿Sorprendente verdad? Pues ésa es la situación, según las estadísticas, de un ochenta y cinco por ciento de la masa laboral. Solo un quince por ciento de los empleados eligen un trabajo significativo, algo que realmente vale la pena para ellos.
¿Trabajar o vivir? ¿Por qué no las dos cosas a la vez? Pregúntate como obtener las dos en lugar de una.
Para mi disfrutar del trabajo es algo imprescindible. Ni me planteo dedicarle tiempo a tareas insustanciales, del mismo modo que no acepto actividades y compañías insustanciales. La autoestima también consiste en elegir “donde” pones tu tiempo.
Si crees que ya has aguantado demasiado tiempo en un empleo que ya no te sirve y si deseas una ocupación que honre tus valores, en algún momento habrás de dejar de conformarte con sobrevivir. Llegará el momento en que querrás hacer de tu vida algo grande.
Tu eres tus proyectos (sean productos o servicios): “Tú Sociedad Limitada”, el trabajo de tu vida: “Un proyecto Que Merece La Pena” te proporciona sentido, propósito, significación frente a un simple empleo. “Trabajo” en inglés es job. Robert T. Kiyosaki en su genial libro Padre rico, padre pobre, señala el acrónimo: JOB (trabajo) como Just Over Broke (casi quebrado). Da que pensar, ¿Verdad?
En Demian, Herman Hesse escribió: “Cada hombre solo tiene que encontrar el camino hacía sí mismo. Su tarea es descubrir su propio destino y vivirlo totalmente. Todo lo demás solo es una existencia hipotética, un intento de evasión, una huida a “la conformidad”. Lo leí hace años y aún resuena en mí.
Cuando defiendas tu marca personal y hagas lo que amas, el mercado te “amará” y expresará su “amor” con una gran prosperidad para ti y tu negocio.
Entiende esto: el mundo laboral está cambiando velozmente. El modelo del trabajador por cuenta ajena, en busca de un trabajo fijo y seguro, se disuelve por momentos. Palabras como outsourcing y outplacement serán pronto muy familiares para todos. Las Empresas de Trabajo Temporal son los grandes contratadores del futuro (¡Menudo futuro!).
Por suerte llega la era del emprendedor, del agente libre, del talento enfocado al servicio, del autónomo, de “la marca personal”, el “Tú S.A.”. Llega la era del logro.
Esto no es teoría, a mí me ha pasado. Está ocurriendo… en buena parte del mundo y en este momento.
Diseña tu futuro, ofrece algo que mejore la vida de los demás, disfruta haciéndolo, y el resto son detalles.
Me sorprende tanto esfuerzo en defender un concepto obsoleto (“empleo seguro”) que no ayuda al trabajador a conquistar su independencia financiera. El trabajo tal como lo conocemos va a desaparecer. Ya está sucediendo. (No es un rumor. Ahora mismo estoy poniendo una mano sobre el corazón).
Por otro lado, asistimos a un fenómeno de alcance mundial en el que cada vez más personas se atreven a elegir el estilo de vida que desean.
Es un momento de apertura en este terreno. Trabajar ya no significa un medio de vida nada más, sino realización. Muchas conciencias despiertan a su verdad.
Los padres suelen enseñar que el trabajo es duro y que representa el medio para ganarse la vida. Sin embargo, trabajar solo para poder pagar las facturas deja mucho que desear. Esta cita es de Dale Carnegie; ¿Estas aburrido? Entonces lánzate a alguna ocupación en la que creas con todo el corazón: vive por ella y encontrarás la felicidad que creías que nunca sería tuya”. Tengo una pregunta que no va a dejarte indiferente: ¿A dónde te conduce tu actual actividad?
El paradigma “ingresos del trabajo”, con el que nos han educado, no funciona si lo que buscas es la independencia financiera. ¿Conoces algún asalariado que lo sea? Ese paradigma es la razón por la que muchas personas trabajan de sol a sol y aun así están permanentemente al borde de la ruina. Despréndete de semejante paradigma.
Existen ingresos que no provienen del trabajo sostenido; o mejor dicho, provienen de un trabajo puntual. Los royalties de cualquier libro son un buen ejemplo. Escribirlo cuesta un buen trabajo, pero durante los próximos años el autor estará ingresando royalties de ventas que se producen sin que él intervenga, ¡Incluso mientras duerme! Este paradigma es más interesante que el anterior.
Si has adoptado la idea (y no lo dudo), te sugiero que pienses en alternativas a “ingresos del trabajo” —es un paradigma en el que muchos están atrapados— y concibas fuentes de “ingresos de negocios”: el camino directo a la independencia financiera. Aquí está el secreto:
Construye paradigmas grandiosos.

La metáfora de la oruga y la mariposa no es nueva pero sigue siendo eficaz. La oruga desaparece en una realidad y nace en otra, esta vez, como una mariposa con alas. Para volar deben dejar atrás su anterior vida de oruga y no parece que sea una gran pérdida. Volveremos a encontrarnos con la oruga al final de estos artículos.