Segunda parte de “El método de los deseos cumplidos”

¿Qué deseo, de cumplirse, cambiaría mi vida?
La gran pregunta
Cada corazón alberga un gran sueño. Si está allí, alguna razón habrá para ello. Y cada vez que elegimos entre cumplirlo o no, estamos decidiendo, en realidad, entre llevar una vida satisfactoria o no.
Todos deberíamos vivir enfocados a convertirlo en una realidad, ya que todos sentimos que, sin un propósito, la vida languidece poco a poco hasta marchitarse. Un propósito es evolución para el alma. Te estimula a sacar a la superficie, y exponer al mundo, tu yo interior.
Ahora, ¿Qué harías durante el resto de tu vida si el resultado estuviera garantizado? Tómate tu tiempo porque tengo una pregunta más: ¿Qué es realmente importante para ti? Son dos preguntas con dos presuposiciones implícitas:
1.     Hay algo para ti y es algo grande de verdad.
2.     Estás decidido a descubrirlo y honrarlo.
Como tras la lectura de este libro las buenas preguntas serán una de tus herramientas favoritas, quisiera enseñarte cómo incorporar presuposiciones positivas en tus preguntas.
Por ejemplo, la pregunta cerrada “¿Puedo hacerlo?” no es muy alentadora, pues incluye la opción “no”. Sin embargo, mejora como pregunta abierta: “¿Qué necesito para conseguirlo?”. Después de este reencuadre lingüístico, la presuposición es “lo conseguiré” y lo único que está en juego es el “cómo”.
Te sugiero que revises cuáles son tus valores en este momento de tu vida. Recuerda que los valores cambian con el tiempo por la sencilla razón de que las personas cambiamos. Y después vamos a asegurarnos de que tu decisión está de acuerdo con ellos. A partir de este momento, si tu sueño respeta y honra tus valores, te convertirás en una aplanadora: nada en el mundo será más inevitable que su acontecimiento.
Tus valores son el por qué y con su impulso encontrarás el cómo. Muchas personas se obsesionan en el cómo y descuidan el por qué. Cuando en mis seminarios la gente me pregunta cómo pueden conseguir lo que desean siempre respondo que no lo sé y que ellos deberán descubrirlo. Les animo, sin embargo, a centrarse en el por qué quieren lo que quieren. Y una vez lo tengan claro, encontraran el cómo.
Recuerda que cuando trabajas en tu sueño, en realidad estas manejando valores. Cuando identifiques los valores subyacentes de tu sueño, entenderás que el proceso de “tener” en realidad es “ser”.
Para distinguir lo ordinario de lo extraordinario, deberías imaginar cada elección como si ya hubiera ocurrido y comprobar cómo te sientes con cada opción. Pruébate el futuro para saber cómo te sienta. Cierra los ojos y visualiza tu deseo como si fuera real ahora.
       Si disfrutas y no te cansa realizarlo.
       Si alegra tu vida como nada más lo hace.
       Si tu recompensa está en hacerlo.
…Entonces, supone tu más elevada aspiración.
Si por el contrario:
       Supone un esfuerzo agotador.
       Llegas a preguntarte cuál es su sentido.
       Te cuestionas si vale la pena.
…Entonces, no estás en lo que ama tu corazón.
No permanezcas donde no está tu corazón.
¿Has anotado tus valores? Si es así, comprueba si tu sueño es congruente con lo escrito. Vivir en un estado de coherencia significa que lo que hagas a partir de ahora no debería estar separado de lo que consideras importante y acorde a tus valores.
Algunas personas dicen que no saben que quieren o cuál es su propósito. Mienten. O no han sabido buscar o se engañan. Tal vez lo que está ocurriendo es que de reconocer lo que más desean deberían tomar decisiones para conseguirlo o buscar excusas para no hacerlo. Hay otra razón y es dolorosa: admitir que no tienen un propósito claro.
Haz lo que más amas.
Haz lo que más amas, he aquí la receta para la felicidad y prosperidad ilimitada.
Quienes no disfrutan con lo que hacen nunca se sienten felices. Están demasiado ocupados soñando despiertos con lo que les gustaría hacer.
No prosperan; y si aun así lo hacen, nunca obtendrán lo suficiente para compensarles su dedicación a lo que en verdad no aman.
Se supone que deberíamos hacer aquello que hace latir nuestro corazón. Viniste a hacer conocido lo desconocido. Las personas que realizan sus deseos no pierden de vista su sueño. Siguen el rumbo de su corazón. Se centran en las causas sin impacientarse por ver los efectos. Una semilla no tiene que “aprender” a ser un árbol y el granjero tampoco trata de enseñarle como conseguirlo. Cada uno lleva a cabo su tarea tan bien como sabe.
Hay una gran verdad que deseo compartir contigo: cuando realizas aquello que amas, tu mayor remuneración está en hacerlo. Si disfrutas, prosperarás a todos los niveles. Si amas tu tarea, atraerás más cosas buenas de las que puedas imaginar. Porque la tarea de tu vida es algo más grande que el modo en que obtienes dinero. Significa un medio de vida pero va más allá: es un modo de vida.
De hecho, cuando realizas lo que amas no te hace falta ganar tanto dinero como cuando haces lo que no amas. ¿Por qué? Porque parte de tu recompensa está en hacerlo. Aun así, enfocarse en la pasión hace la vida más abundante y prospera que insistir en lo que carece de significado.
Si es tan sencillo, entonces ¿Por qué pocos consiguen lo que buscan? La mejor respuesta que he encontrado a esta pregunta, es de uno de los mejores vendedores del mundo, leffrey Gitomer: “Todo el mundo quiere ganar, pero solo unos cuantos lo consiguen realmente. Esto es porque la voluntad de prepararse para ganar debe ser superior a la voluntad de ganar”. Impecable.
Hace años, leí el siguiente comentario de Robert T. Kiyosaki, autor de Padre rico, Padre pobre “La falta de dinero nunca es el problema, sino el síntoma externo de un problema interno”. Sus palabras me dejaron tan aturdido que decidí profundizar en ello.
Aprendí que la gente no tiene problemas con el dinero, sino con los “patrones mentales” acerca del dinero.
Me pregunté que tenían en común las personas apasionadas por su labor y prosperas. Lo siguiente fue identificar la sintomatología de las personas que hacen lo que aman:
       Al levantarse, se entusiasman por lo que harán ese día.
       Disfrutan a diario, al margen de si es cansado o no.
       Enfocan su tiempo a lo que realmente les importa.
       No piensan en retirarse, ni cuentan los días hasta el viernes.
       Ponen primero en su agenda la tarea más “difícil”.
       Usan la imaginación, no la experiencia.
       Siempre están activos, por ello disponen de más energía.
       Están enfocados al servicio.
       Son pacientes y disciplinados.
       No compiten, comparten.
       Dejan que sus actos y resultados “hablen” por ellos.
       Usan la pasión como combustible.
       No creen en la suerte, el destino, ni las casualidades.
       Nunca se lamentan o se quejan.
       No sienten que la vida les deba nada, sino al contrario.
       Su inspiración inspira a otros.
Podría mencionar muchas más señales inequívocas, pero te garantizo que si te apuntas nada más que la mitad de las que mencioné, lo que deseas sucederá con absoluta certeza. Y rápido.
Haz lo que amas, la vida es demasiado corta para dedicarla a lo que no te inspira. Nuestro tiempo es limitado, pasa muy rápido. No es algo terrible, es la herramienta para aprovechar el tiempo concedido. Qué tal si cada día te preguntaras: ¿Si hoy fuera mi último día, qué haría con él?   ¡Aplícatela!
Cuando acabes estos artículos que te estoy compartiendo, me gustaría que te hallaras en un punto de inflexión y que vieras con plena claridad que tu vida es preciosa para ti y los que te rodean. Si pudiera pedirte algo sería: jamás te rindas de ti mismo y vive por lo que sientas que debes hacer. ¡Ahí está tu llamado!
Nos leeremos mañana si no te rajas a seguir con este desafío de leer como lograr tus sueños.